Reykjavik. 20 de agosto de 2009
Como tenemos por delante
muchos días en la capital, decidimos ir con calma y dormir un poco más.
Desayunamos tranquilamente y salimos en el coche hacia el centro para visitar
la Hallgrimskirkja, una iglesia modernista comenzada en 1940 y terminada
treinta años después. Aunque está en reconstrucción pudimos subir a la torre de
75 metros de altura, desde la que se tiene una panorámica de la ciudad. A la
salida de la iglesia se encuentra la estatua del descubridor de Groenlandia Leifur
Eriksson, hijo de Erik el Rojo.
Aparcamos el coche cerca del
centro y paseamos por las calles Bankastraeti y Laekjargata donde se hallan un
conjunto de casas de madera diseñadas a mediados del siglo XIX, y que acogen al elegante restaurante
Laekjarbrekka y la Oficina de Información Turística. Intentamos reservar un
vuelo a Groenlandia, pero para el día que queríamos no había plazas y era muy
arriesgado irnos un día antes de salir hacia Barcelona, pues el tiempo en estas
latitudes obliga a cancelar los vuelos frecuentemente. Entramos en algunas
tiendas de artesanía y Miguel se compró tabaco islandés. Compramos algo de
picar en el supermercado Bonus y nos fuimos en el coche hasta el edificio
Perlan situado en la colina de Oskjulid. Este moderno edificio fue construido
como una serie de depósitos que acumulan hasta 4000 litros de agua caliente para
abastecer a la ciudad. En la cúpula de cristal tienen un restaurante giratorio
donde aprovechamos para tomar una sopa de tomate y helado y hacer fotos de la
ciudad. En la planta baja del mismo edificio visitamos el Museo de las Sagas, formado
por imágenes de cera que recrean los ambientes y las formas de vida en Islandia
durante la Edad Media.
Visitamos brevemente la
Hateigskirkja, iglesia evangélica luterana consagrada en 1965 y seguimos rumbo
al centro comercial Kringlan Mall. Estuvimos mirando tiendas y Miguel comió en
el restaurante chino.
A las 8:30 de la tarde
volvimos al camping. Jugamos a las cartas mientras hacíamos unas cuantas
lavadoras, cenamos, nos duchamos y nos fuimos a dormir. Fue una de las peores
noches en Islandia, con mucho viento y frío.
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