El vuelo a Reykjavik... 7 de agosto de 2009
Decidimos hacer este viaje después de mucho tiempo de tenerle ganas a este país. El dinero siempre fue el impedimento, pues Islandia está o estaba considerado uno de los países más caros del mundo. En enero tuvimos suerte y encontramos un vuelo directo Barcelona-Reykjavik por 21 días para agosto, el precio: 366 € por persona con Iceland Express, una oportunidad que no desaprovechamos. Y entonces comenzó la preparación: leer guías de viaje, foros, blogs de viajes... y confirmar que el destino era el correcto.
Salimos el 7 de agosto de 2009 a las 14:40 con retraso de una hora. En el avión no nos dan ni agua gratis, al ser una aerolínea de bajo coste todo hay que comprarlo. Unas 4 horas después aterrizábamos en Keflavik, una ciudad cercana a la capital donde está ubicado el aeropuerto internacional.
Después de un paseo terminamos cenando en el American Style, un sitio de comida rápida donde disfruté de mi primer fish&fried (pescado frito con papas fritas) del viaje y Migue de una hamburguesa gigante.
Lo primero buscar información, y allí tienen muchísima. Hay un punto de información donde te explican lo que quieras, te dan gratis mapas y folletos que por supuesto están en inglés. Conseguimos información sobre el alojamiento en campings, un punto débil de nuestra investigación y compramos el billete para el Flybus, que es el autobús que te lleva a la ciudad. Hay dos modalidades: el que te lleva a la estación de autobuses de Reykjavik por 1700 kr y el que te deja en el hotel o alojamiento que tengas contratado, 2200 kr. Decidimos coger esta opción pues llovía y hacía frio y la diferencia de precio era sólo de 1€.
El viaje dura unos 40 minutos hasta la estación de autobuses. El paisaje es bastante plano, pero interesante. A ambos lados de la carretera se extiende la lava volcánica de antiguas erupciones, al fondo el mar y algún que otro pueblo o casas aisladas. Al llegar a la estación nos espera otro bus pequeño que nos lleva al hotel Center Plaza.
Estamos en el casco antiguo de la ciudad, en una pequeña plaza rodeada de restaurantes y justo al lado del Centro de Información. El hotel es perfecto, pero sólo estaremos una noche.
Como es temprano, nos dedicamos a hacer un reconocimiento inicial de la ciudad, pues realmente la visitaremos con tranquilidad la última semana. Más que ciudad parece un pueblo pequeño. Andando dos calles llegamos al puerto y frente a él un puesto callejero de perritos calientes que resultó ser famosillo porque Clinton lo había visitado en su viaje.
Comimos unos perritos y coca cola por casi 2€ cada uno y seguimos dando unas vueltas más que nos situaron en el lago Tjörnin donde Miguel encendió su primera pipa para disfrutar del paisaje. Este lago recibe agua de un manantial geotérmico por lo que en invierno nunca se congela y es el habitat de patos y gaviotas.
Después de un paseo terminamos cenando en el American Style, un sitio de comida rápida donde disfruté de mi primer fish&fried (pescado frito con papas fritas) del viaje y Migue de una hamburguesa gigante.
Querida Nivia: (y miguel x supuesto)
ResponderEliminarTu blog es mu "guay", a las fotos les falta algo d sol no??
No he visto ningún comentario sobre los islandeses?? Veo que en ese pais hay frankfurt y hamburguesas, uff... ya pensaba q iba a pasar hambreee!! =).
Atentamente,
anónima ;)
soy la anónima anterior, y la foto con las trenzitas, para cuando???
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