Snaefells, Fiordos del oeste, Patrekfjordur... 10 de agosto de 2009
Nos despertamos con lluvia y una hora más tarde ya había un sol radiante, como dicen los islandes si no te gusta el tiempo que hace, espera 5 minutos y cambiará. Recogimos la tienda, desayunamos y nos pusimos en marcha. Otra vez, la estancia resultó ser gratis pues no apareció nadie por el camping para cobrarnos. Paramos en un merendero al lado de la carretera 54, a la salida de Olafsvik para ver las vistas de la ciudad y decidir el itinerario del día.
Tomamos una carretera secundaria que ascendía hasta la base del volcán Snaefells sólo apta para 4x4, pero lentamente pudimos recorrerla disfrutando del paisaje verde y con cascadas hasta que, por la altura, nos envolvió la niebla y empezaron a verse las lenguas de hielo del glaciar Snaefellsjoküll que cubre al volcán. Este volcán lo hizo famoso Julio Verne en su novela Viaje al centro de la tierra, pues era el lugar por donde descendían los protagonistas.
Volvimos a la carretera principal y pasamos por Grundarfjordur, un pequeño pueblo costero que parecía solo una ciudad de vacaciones. Paramos en la iglesia, pero estaba cerrada y continuamos viaje bordeando el fiordo. Nos desviamos hacia Bjarnarhöfn al ver la señal de "sitio interesante" y resultó ser un pueblo con una casa y una granja con caballos. En la casa daban información turística y había un museo minúsculo que decidimos no visitar.
Miguel estuvo jugando un rato con un perro ovejero que se nos acercó buscando compañía. Este pueblo es famoso por preparar el tiburón al estilo islandes (hákarl), dejándolo fermentar enterrado unos meses antes de consumirlo, pero como no estábamos interesados en comerlo continuamos hacia Stykkishólmur, la mayor ciudad de esta península, para visitar la antigua residencia de un comerciante que alberga el museo de la Norska Húsid (casa Noruega), pero estaba cerrada. Subimos una colina donde se encuentra el faro y se divisa el fiordo con sus islotes y el puerto marítimo.
Desde esta ciudad se puede tomar un ferry hasta llegar a los fiordos del oeste, pero nosotros decidimos seguir por carretera. Paramos en el Bonus a comprar algo para comer y 10 kilómetros más allá nos desviamos hacia Pingvöllur, lugar donde se reunía el parlamento y se realizaban ofrendas a Thor, pero al final del camino sólo encontramos una vieja hacienda sin ningún interés.
Comenzó a llover nuevamente cuando llegamos a Eiríksstadir, los restos de la vieja casa de Erik el Rojo, un vikingo aventurero que fue uno de los primeros pobladores de Islandia y el colonizador de Groenlandia en el año 982. La casa es una reconstrucción de la granja de Erik, con el típico techo de turba donde crece la hierba. La entrada cuesta 800 kr por persona, pero a la chica le hizo gracia que yo fuera cubana y me hizo una rebaja de 100 kr, ya se sabe que no hay muchos cubanos por esas tierras vikingas. La chica nos hizo la visita guiada en inglés sólo para nosotros, pues no va mucha gente por allí. La casa está dividida en tres áreas: una pequeña a la entrada, una cocina al fondo y en el centro un salón grande donde dormían y trabajaban. A un lado estaban las camas de los esclavos y al otro la de los amos cubiertas de pieles, en medio el fuego que usaban para cocinar y calentarse en invierno lo que les provocaba la muerte cerca de los 40 años por estar expuestos al humo por tanto tiempo.
Hay una muestra de las armas y la indumentaria de los vikingos de la época y la chica me hizo vestirme de vikinga: pieles, casco y espada. Cerca de la casa hay una pequeña escultura de Leifur Eiriksson, el hijo de Erik, quien fue el primer descubridor de América.
Pasamos brevemente por el pueblo de Burdardalur y seguimos camino a Laugar, que significa fuente termal y precisamente eso íbamos buscando.
La guía decía que había una poza volcánica, pero en el lugar sólo habia un camping y la canalización de las fuentes termales hacia la piscina de un hotel Edda que se encarga de explotarlas, así que seguimos viaje hacia los fiordos del oeste.
El paisaje en los fiordos es muy cambiante, a veces largas llanuras y a lo lejos el imponente fiordo que se recorre por la costa o por la montaña donde lo mismo encuentras picos nevados y glaciares que rios formando pequeñas cascadas. Esta zona es la más antigua de Islandia y la menos poblada, unos 10 000 habitantes. Los escasos pueblos que se encuentran en la carretera se dedican a la pesca y tienen pocas casas y una gasolinera, pero ningún interés turístico.
Pasamos por varios de ellos (Bjarkalundur, Flokalundur y Brjánslaekur) intentando encontrar un camping para alojarnos y nos tuvimos que conformar con la esperanza de que en el siguiente pueblo hubiera alguno. Las distancias no se cubren con facilidad debido a la carretera que a veces se convierte en camino de cabras, y lo que crees que puedes hacer en media hora se convierte en hora y media de viaje.
La próxima ciudad importante, que en la guía aseguraba había un camping, era Patreksfjordur y a ella llegamos cerca de las 10 de la "noche" después de que una niebla nos envolviera totalmente en la montaña sin visibilidad de la carretera. Finalmente encontramos la ciudad y comenzamos a buscar el camping. Recorrimos la ciudad en coche y siguiendo las indicaciones de la carretera llegamos a un lugar desolado, que lo parecía aún más por la densa niebla, donde estaba aparcada una autocaravana y solo dos tiendas montadas. El camping no tenía duchas, sólo unos baños amplios y limpios, pero no teníamos otra opción de alojamiento, así que montamos la tienda, cenamos una sopa bajo la llovizna y nos fuimos a dormir.
jajaja, me encanta tu foto de vikinga!!! me he tenido q aguantar la risa!!
ResponderEliminarpero que envidiosa eres!! que tu no conociste vikingos como yo!! :P
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